ALIMENTACIÓN EN LA EDAD AVANZADA

El envejecimiento es un proceso biológico que empieza en la edad adulta temprana e implica una serie de cambios corporales, fisiológicos y funcionales que modifican las necesidades nutricionales de las personas. Los más relevantes son los siguientes:

CAMBIOS FISIOLÓGICOS Y FUNCIONALES:

  • Hacia los 80 años hay una pérdida de masa muscular y los tendones se hacen más rígidos.
  • Hay un aumento de la velocidad de reabsorción ósea produciendo osteoporosis. Es más, la incidencia de las enfermedades en huesos y/o articulaciones en personas mayores de 65 años es de más del 81%, estando entre las más frecuentes la artritis, la artrosis, la osteoporosis y la osteomielitis.
  • En cuanto al sistema nervioso, el peso del encéfalo disminuye por una pérdida de neuronas.
  • Las encías se atrofian y se expone el cemento de los dientes, apareciendo caries y pérdida de piezas. Estas dificultades para masticar suelen traducirse en un menor consumo de frutas y verduras crudas, (lo que supone una menor ingesta de fibra) y carnes (menos hierro de origen animal).
  • Hay cambios musculares en el esófago que alteran la deglución, y hay más reflujo de contenido gástrico hacia el esófago.
  • Los procesos digestivos y de absorción se ralentizan, lo que puede afectar, por ejemplo, a la absorción de vitaminas y nutrientes como el calcio y el hierro.
  • Existe un mayor riesgo de atragantamiento, tendencia al reflujo y pérdida de apetito, (derivándose en anemia, estreñimiento y diarrea, entre otros)
  • El gasto cardíaco y la circulación renal disminuyen causando una malnutrición proteica.
  • Se atrofian las papilas gustativas y disminuye el sentido del olfato, lo que reduce el placer por los alimentos. También cambia la sensibilidad por el dulce y el salado, lo que incita a consumir comidas excesivamente azucaradas y/o sazonadas.
  • Se reduce la tolerancia a la glucosa en personas que nunca han sido diabéticas y también disminuye el metabolismo basal, que es el gasto energético diario.

NECESIDADES NUTRICIONALES ESPECÍFICAS

Según un estudio del Consejo General de Colegios Farmacéuticos Españoles el 22,1% de los mayores de 65 años de España están en riesgo de desnutrición. La crisis económica, los problemas de salud de la propia etapa de la vida, los medicamentos que disminuyen el apetito o la absorción de alimentos, la soledad y la depresión son, entre otros, los culpables de que este grupo de población sea vulnerable a la malnutrición. Por este motivo, es fundamental que los mayores conozcan sus necesidades nutricionales y se conciencien de la necesidad de alimentarse adecuadamente.

Además, entre las personas de edad avanzada, la variación del peso es más frecuente que en otras etapas de la vida. Estas variaciones se relacionan tanto con la ganancia de peso, como con la pérdida. En esta etapa se registra una disminución significativa de las cifras de sobrepeso y obesidad ya que comen cada vez menos porque sus necesidades físicas disminuyen y porque el estómago empieza a requerir menos cantidad debido a distintas causas como enfermedades, fármacos, una disminución en el sentido del olfato y el gusto y por factores sociales. Pero al mismo tiempo, aunque menos frecuente, sucede lo contrario: se aumenta de peso y se engorda.

¿Qué tipo de dieta debe seguir una persona mayor?

La gente en edad avanzada debe seguir una dieta equilibrada, variada y rica en todos los nutrientes. También ha de ser moderada, es decir, comer de todo, pero no en grandes cantidades. En concreto, se recomienda una dieta basada en las siguientes claves:

  • Aporte energético. La cantidad de calorías de la dieta debe basarse en el ejercicio físico que realiza la persona.
  • Proteínas. Deben cubrir los aportes necesarios y contribuir a una buena función renal. Es importante que el 60% de ellas sean de origen animal (carnes magras 2-3 veces por semana, pescado 3-4 veces por semana, y unos 3-4 huevos a la semana). El 40% restante debe estar compuesto por proteínas de origen vegetal, procedentes de combinaciones de legumbres y verduras o de legumbres y cereales, unas dos veces por semana.
  • Grasas. Deben constituir el 30% de las calorías totales que ingiere la persona y han de predominar los ácidos grasos monoinsaturados.
  • Hidratos de carbono. Deben basarse en hidratos de carbono complejos como el arroz, la pasta, la patata, los cereales integrales y el pan. Los hidratos simples como el azúcar deben reducirse al mínimo, por lo hay que evitar los dulces.
  • Minerales y vitaminas. Para garantizar el aporte necesario de minerales y vitaminas es importante consumir 2-3 raciones diarias de lácteos y derivados, 2-3 raciones al día de verduras y hortalizas frescas y 2-3 piezas de fruta.

 

 

 

Julia Soler
j.soler@novadiet.es