La alimentación y la astenia primaveral

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Las estaciones del año significan un cambio en el clima y las condiciones del entorno, algo que afecta a nuestro organismo mucho más de lo que pensamos. Por ello, es necesario que nos adaptemos a las nuevas condiciones, y la dieta es una manera de lograrlo.

Para muchas personas la llegada de la primavera viene acompañada de una sensación de debilidad física y/o cansancio intenso. Son dos claros síntomas de lo que se conoce como astenia primaveral. La astenia primaveral suele aparecer durante las primeras semanas de la estación, cuando el cuerpo se está acostumbrando al alargamiento de las horas de sol y a los cambios de temperatura. Esta sensación de fatiga no es grave, pero reduce notablemente la capacidad para realizar cualquier tarea.

Hay claves para superarla y consisten  en mantener una adecuada alimentación que ayude a fortalecer el sistema inmune y a aumentar la carencia de vitamina D, producida en los meses de invierno por la exposición a escasas horas de sol.

En primer lugar, tenemos que llevar una vida saludable. Hacer comidas a horas regulares, mantener el cuerpo en un buen estado físico y mantener una vida ordenada.

La alimentación es una parte importante en este campo, por lo que evitar las comidas pesadas y la comida rápida representa una gran ayuda. Hay alimentos que nos ayudarán a que el cuerpo y la mente se adapten con mucha mayor facilidad a estos cambios estacionales y mejoren por tanto esta sensación de debilidad y cansancio, como son los cereales, las legumbres y las frutas y verduras de temporada.

Las acelgas, alcachofas, berenjenas, apios, cebolletas, espárragos, espinacas, habas, lechugas, zanahorias y tomates encabezan la lista de verduras de las que podemos disfrutar en los meses que despiden el invierno y nos acercan al verano. Todos ellos son alimentos ricos en vitaminas del grupo B y vitamina C, y en minerales como el hierro, el magnesio, el calcio y el potasio.

El cambio de clima también se refleja en las fruterías, con frutas de llamativos colores: níspero, piña, pomelo, albaricoque, cerezas, ciruelas, fresas, etc. Estos intensos colores se deben en gran medida a los compuestos fotoquímicos. Estos compuestos son esenciales para mantener un buen estado de salud, y debemos obtenerlos a través de nuestra dieta, porque no los produce nuestro organismo. Entre ellos destacan:

  • las antocianinas, responsables del color rojo y morado de las frutas y verduras, que tienen propiedades antiinflamatorias, mejoran el sistema circulatorio, regulan la presión arterial y previenen el envejecimiento celular;

  • el licopeno, da el color rojo a verduras como el tomate o frutas como la sandía, y es un potente antioxidante;

  • los carotenoides dan el color amarillo, naranja y rojizo a melocotones, albaricoques y nísperos. En la fruta, estos compuestos se encuentran en forma de betacaroteno. Una vez en nuestro organismo, el betacaroteno se convierte en vitamina A, esencial para la visión, la piel y nuestras defensas.

En el caso de las leguminosas, desde el comienzo de la primavera hasta el final del verano es un buen momento para consumir guisantes, que nos aportan fibra, fósforo, tiamina, niacina, ácido fólico y vitamina C. Las leguminosas frescas tienen menos hidratos de carbono y calorías que las secas.

Otra recomendación importante para mejorar nuestra alimentación y combatir la astenia primaveral, consiste en evitar el exceso de grasas saturadas y colesterol y aumentar la presencia en la dieta de ácidos grasos poliinsaturados, como los omega-3, abundantes en el pescado azul y en productos enriquecidos. El pescado azul destaca también por su aporte en proteínas, en cantidad y calidad similares a las del huevo y la carne, y minerales como el yodo, el magnesio, el fósforo y el hierro, así como en calcio en aquellas especies que se comen con espina. Respecto al aporte de vitaminas, destacan las solubles en grasa (A y D) y la vitamina B12.

Además de unas pautas de alimentación adecuadas, no hay que olvidar seguir unas correctas pautas de vida: respetar las horas de sueño y llevar una vida ordenada; practicar ejercicio físico moderado (nadar o andar al menos media hora al día); evitar el consumo excesivo de alcohol y no fumar; mantenerse activo y aprovechar las horas de sol para salir a pasear, así como fomentar las actividades que nos estimulan física y psicológicamente.

Fuente: Astenia primaveral y alimentación. Elsevier (www.elsevierciencia.com)

 

Idoia Ferraz
ferrazidoya@gmail.com