Nutrición y Obesidad. Primera Parte

La obesidad es un síndrome metabólico complejo que se define como el aumento patológico en la cantidad corporal de grasa. Estas características permiten diferenciarla de otros estados de ganancia de peso, como la insuficiencia cardiaca congestiva o la hipertrofia muscular de los culturistas. Por esta razón se intentado cuantificar la obesidad y el sobrepeso y se han ido considerando distintos índices para determinarlo.

INDICE DE MASA CORPORAL (IMC, BMI O INDICE DE QUETELET)

Se define como el cociente que resulta de dividir el peso (en Kg) pro el cuadrado de la talla (en metros).

IMC=P (Kg)/T2 (m)

Según documento de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, se ha propuesto una clasificación del grado de obesidad utilizando este índice ponderal como criterio.

Clasificación de sobrepeso y la obesidad según IMC:

IMC

Grado de Obesidad

<18.5

Peso insuficiente

18.5-24.9

Normopeso

25-26.9

Sobrepeso grado I

27-29.9

Sobrepeso grado II (preobesidad)

30-34.9

Obesidad de tipo I

35-39.9

Obesidad de tipo II

40-49.9

Obesidad de tipo III (mórbida)

>50

Obesidad de tipo III (mórbida)

PORCENTAJE DE GRASA CORPORAL

Las técnicas de evaluación de la composición corporal permiten valorar separadamente la masa grasa y el tejido muscular, estas herramientas son de gran utilidad en el diagnóstico como en el seguimiento de un obeso. En este sentido, la estimación del contenido graso del organismo permitirá realizar un diagnóstico más preciso y conocer el porcentaje de los distintos compartimentos (tejidos grasos y no grasos) que cambian al perder peso.

Clasificación en función del porcentaje de grasa corporal

Varones                                              Mujeres

Normalidad                                      12-20%                                                20-30%

Adiposidad límite                          21-25%                                                31-33%

Obesidad                                           >25%                                                    >33%

DISTRIBUCIÓN DE LA GRASA CORPORAL

Además del grado total de obesidad, es interesante determinar la distribución central (intraabdominal) de esta grasa, que se correlaciona de forma independiente con el llamado síndrome plurimetabólico (diabetes mellitus tipo 2, Hipertensión, dislipemia, obesidad) y el riesgo que representa.

Existen medidas antropométricas sencillas, como el índice cintura-cadera (cintura medida en el intermedio entre la cresta iliaca y el margen costal inferior y la cadera en la zona bitrocantérea).

Valores superiores a 1 en varón y 0,9 en la mujer se  correlacionan de manera directa con un elevado valor de riesgo de padecer algún trastorno cardiovascular.

La localización de la grasa en distintas partes del organismo, puede dar lugar a diferentes fenotipos. Así se suele distinguir entre el acumulo visceral (obesidad de tipo visceral, central o androide) o el acumulo subcutáneo a nivel de caderas y muslos (obesidad de tipo periférico o ginoide); el tejido adiposo tiene propiedades distintas en la función de la ubicación, puesto que el visceral responde más fácilmente a la activación adrenérgica que el periférica, diferencias que hacen que los factores de riesgo asociados sean mayores en el caso de la obesidad visceral.

Toda la valoración antropométrica no debe hacer olvidar la necesidad de una anamnesis y un examen físico exhaustivo en los pacientes obesos.

El momento en que empieza  a aumentar de peso, la rapidez en su instauración la existencia de un peso desencadénate como la menarquía o la menopausia, la valoración del estilo de vida, la respuesta a dietas previas o el interrogatorio sobre la forma de comer son datos esenciales en el estudio clínico de la obesidad.

Hay obesidades de causa secundaria, por síndromes endocrinológicos ( ovario poliquístico etc., síndromes hipotalámicos (tumores etc.), otros (lipodistrofia etc.)

 OBESIDAD Y SUS COMORBILIDADES

Los riesgos para la salud que ocasiona la obesidad y el número de enfermedades crónicas en la que desempeña un papel causal han sido extensamente documentadas en la bibliografía científica.

La obesidad reduce la esperanza de vida. El riesgo de compleciones aumenta en las personas con un IMC>25 kg/m2. Por encima de 30, el riesgo de muerte por cualquier causa, especialmente por enfermedades cardiovasculares, aumenta entre un 50 y un 100% respecto a las personas con IMC de 20 a 25. Este importante incremento en el riesgo de muerte, junto a su alta frecuencia en la población, ha convertido a la obesidad en la segunda causa de mortalidad evitable, después del tabaquismo.

La obesidad visceral o androide es un importante factor de riesgo en la aparición de otras enfermedades metabólicas como Diabetes mellitus tipo 2, dislipoproteinemia  la hipertensión arterial, constituyendo el denominado síndrome plurimetabólico. Por otra parte el índice cintura-cadera se correlaciona de forma independiente con la mortalidad de riesgo cardiovascular.

Existen además otros muchos procesos relacionados, como apneas del sueño reflujo gastroesofágico, hernias diafragmáticas, neoplasias de colon, mama o próstata y patología articular no únicamente debida a sobrecarga como artritis reumatoide.

BALANCE ENEGÉTICO

La obesidad es un trastorno metabólico crónico caracterizó por la presencia de un balance energético positivo prolongado a lo largo del tiempo, que conduce a un depósito graso más elevado del que se considera como normal. Esto es, un aumento del aporte energético una disminución del gasto energético o ambas.

La mayor parte de las personas tanto obesas como delgadas, mantienen su peso corporal durante largos periodos de tiempo, a pesar de las oscilaciones diarias en la ingesta energético, lo que lleva a admitir que el aporte energético debe ajustarse al gasto energético a largo plazo. La regulación de los balances energéticos a corto plazo parece alcanzarse mediante cambios en las tasas de utilización delo nutrientes (hidratos de carbono, grasa y proteínas) mientras que a medio plazo el mantenimiento del peso y composición corporal parecen depender de la regulación de la ingesta.

La mayoría de los tratamientos existentes para combatir la obesidad se basa en un principio tan sencillo como que el obeso acumula peso porque come más y gasta menos de lo que necesita. Por lo tanto lo más lógico para perder peso sería establecer un balance calórico negativo, disminuyendo la ingesta o aumentando el gasto.

Una interpretación simplista sería pensar que el tratamiento puede ser fácil, ya que bastaría con disminuir durante un tipo suficiente la ingesta calórica por debajo del gasto energético hasta conseguir una nornalización ponderal. Sin embargo factores genéticos, metabólicos y neuroendocrinos, parecen influir en la patogenia de la obesidad y hacen que perder peso no sea tan sencillo.

Isabel Antón
iantoncorvo@gmail.com