QUÉ COMER CON 70 AÑOS

Nuestras necesidades nutricionales no son las mismas según vamos cumpliendo años. A medida que envejecemos hay que reducir las calorías y potenciar las proteínas, la fibra, el agua, las vitaminas y el calcio de nuestra dieta. Y además, comer más a menudo.

Cada persona llega a esa edad con un estilo de vida, un estado de salud diferente. Sin embargo, todos presentan unos cambios fisiológicos similares, que afectan en mayor o menor medida a su estado nutricional. Se reduce la salivación, lo que afecta a la masticación, se debilita el sentido del gusto, lo que reduce el interés por la comida, que se ve también afectado por la ingesta de medicación. Además, el estomago tarda más en vaciarse, lo que provoca sensación de saciedad, se pierde masa muscular y necesidad de calorías y el organismo necesita menos energía … El resultado es que, según los especialistas en nutrición, con el envejecimiento se triplica el riesgo de no estar bien alimentado, por exceso o por defecto.

En los primeros momentos las personas mayores son más activas, necesitan más energía, comen más y mejor y cubren sus necesidades de nutrientes. Pero a medida que se avanza en edad, el apetito disminuye y es cuando surgen problemas de nutrición, porque necesitan menos energía, pero los mismos nutrientes. Su plato ha de contener menos calorías pero las mismas proteínas, lípidos… Así que han de ser menús más densos para cubrir sus necesidades, según indica Susana del Pozo, directora de análisis de la Fundación Española de Nutrición( F.E.N.).

nutricion en la vejez

De ahí, que partir de los 70 se hace necesario revisar los hábitos alimentarios para adaptarlos a las nuevas necesidades fisiológicas, biológicas y nutricionales de cada uno, partiendo siempre de que hay que tomar una gran variedad y no una gran cantidad de alimentos. Pero a esas edades ya se tienen profundamente asentados los hábitos alimentarios (comidas de familia, fiestas …), por lo que es más efectivo plantear modificaciones paulatinas y progresivas en la dieta.

Por ejemplo, se pueden introducir modificaciones tales como:

-Menos calorías.

-Más proteínas.

-Más vitamina D.

-Más calcio.

-Más fibra.

-Beber mas agua.

-Hacer cinco o más comidas al día.

Pero no es fácil cumplir todas estas recomendaciones. Al llegar a estas edades se produce lo que los especialistas llaman “anorexia del anciano”, esto es mermas en su apetito y en su deseo de comer, y lo habitual al envejecer, es acabar comiendo entre un tercio y la mitad de lo que se comía de joven.

Por ello, sugieren hacer cambios organizativos en la dieta, preparar menús variados para no caer en el aburrimiento y que haya más combinación de nutrientes, comprar a diario productos frescos y de temporada, y repartir la comida en cinco o más ingestas., para no tomar grandes cantidades en las comidas principales y facilitar la digestión.

Claro que estas pautas están condicionadas al estado de salud de cada persona, puesto que determinadas enfermedades exigen restringir ciertos alimentos (por ejemplo la diabetes) que provocan carencias de algunos nutrientes y hacen aconsejable tomar suplementos alimenticios, o que dificultan la deglución y obligan a modificar la consistencia de los alimentos.

BIBLIOGRAFIA

– “www.lavanguardia.com

  • Mayte Rius.

  • Fundación Española de Nutrición (F.E.N.)

  • Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (S.E.G.G.)

Clementina Garcia
m.garcia@novadiet.es