¿Qué zumo necesitas?

Los zumos deben tomarse siempre inmediatamente después de prepararlos ya que las vitaminas que contienen son muy sensibles a los agentes externos como la luz, la temperatura o el oxígeno, perdiéndose con más o menos rapidez al contactar con ellos. De ahí que no es aconsejable preparar mucha cantidad de zumo y guardarlo en el frigorífico, ya que se pierden gran parte de sus nutrientes.


La mejor forma de aprovechar al cien por cien su capacidad nutritiva es tomándolos a primera hora de la mañana o entre 2 y 3 horas después de la comida. Si lo hacemos en ayunas contribuiremos a la hidratación del organismo desde el inicio de la jornada.
¿Qué zumo elegir?

Depurativo: las propiedades depurativas de la uva y las fresas resultan excelentes para la salud del hígado.

Intestinos en forma: gracias a su elevado contenido de bromelaína, el zumo de piña es excelente para tomar después de una comida pesada, así como para activar la actividad intestinal.

Para fortalecer: el kiwi y las fresas son frutas con un elevado contenido en vitamina C, ideales para estados de convalecencia o cuando se necesita un aporte extra de energía. Otra sencilla receta revitalizadora consiste en licuar una zanahoria, medio pepino pelado, unas rodajas de remolacha y media ramita de apio.

Diurético: los zumos de albaricoque y de níspero son excelentes diuréticos y muy recomendables en casos de estómagos delicados y digestiones pesadas.
Barrera antioxidante: para prevenir el efecto dañino de los radicales libres, los zumos de cereza y ciruela son ideales debido a su elevado contenido en antocianos y ácido elágico, de acción antioxidante y antiséptica.

Menos colesterol: el zumo de melocotón contribuye a reducir las tasas de colesterol en sangre y a controlar los índices de glucemia (nivel de azúcar en la sangre).

Contra la hipertensión: el melón es una de las frutas con mayor contenido en potasio. Por ello, el zumo de esta fruta resulta excelente para aquellas personas que padecen hipertensión arterial o afecciones cardíacas.
Riñones sanos: el consumo habitual de zumo de sandía contribuye a depurar el organismo, por lo que se recomienda como desintoxicante y para aquellas personas que padecen retención de líquidos, cálculos renales o elevados niveles de ácido úrico.

Aumentar las defensas: un simple zumo de naranja recíén exprimido contiene altas concentraciones de vitamina C, por lo que tomado a diario ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunitario. Podemos mezclarlo con zumo de limón, rico en magnesio, calcio y fósforo, que también resulta excelente para reforzar el sistema inmunológico ya que potencia la actividad de los glóbulos blancos.

Fuera grasas: la piña, la papaya, el tamarindo y el pomelo son recomendables a la hora de preparar un saludable zumo quema-grasas gracias a su poder diurético y laxante que facilita la actividad del hígado y favorece la eliminación de líquidos y toxinas.
Corazón fuerte: por su alto contenido en vitamina C, B y A, así como en potasio, fósforo, magnesio, calcio y sodio, el zumo de granada es un buen astringente y depurativo, además de cuidar la salud del sistema cardiovascular. Asimismo, es un buen aliado de la próstata por su contenido en polifenoles y antioxidantes.
Piel más joven: el cuidado de la piel empieza por la alimentación y nada mejor que los zumos de frutas para mantenerla bien nutrida e hidratada. Zumos a base de cítricos, fresas y kiwis ayudan a combatir los radicales libres y contribuyen a la regeneración celular.

Fuente: Revista IMO, Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona. (www.imo.es)

Idoia Ferraz
ferrazidoya@gmail.com