En primavera existe un aumento de la radiación solar y una serie de cambios meteorológicos que afectan a nuestro organismo. En consecuencia, se producen ciertas hormonas para hacer frente a esos cambios. De ahí la expresión de la primavera, la sangre altera.
La polinosis o alergia al polen también es conocida como “fiebre del heno” o “rinitis alérgica estacional”. Precisamente es estacional, ya que algunas personas la sufren durante todo el año, mientras que para otros, los síntomas empeoran en determinadas épocas del año cuando se produce un incremento de los síntomas. Es durante la primavera, cuando se produce la polinización en las plantas (anemófilas, es decir, a través del viento) y los árboles están en flor.
Aunque los pronósticos eran buenos este año para los alérgicos, parece que al final no se han cumplido las previsiones. El problema: los cambios bruscos que hemos tenido de temperaturas. Esto ha provocado que la fase de polinización sea más corta y con ello las alergias más intensas. El estado actual es la fase inicial del calor, uno de los momentos más propensos para sufrir los síntomas: picores, estornudos, mucosidad y mucha molestia.