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Es bien sabido que mucha gente aumenta de peso al dejar el hábito de fumar, pero no es algo que pase de manera automática, hay ciertos desencadenantes por los que la gente tiende a coger algunos kilos al abandonar este hábito.

  Un plátano se puede comer como un snack pre o post entrenamiento así como un aperitivo entre horas[15] La alimentación y el deporte deben recorrer juntos un largo camino para llegar al podio o simplemente para sentirse bien. No todos los deportes llevan asociados el mismo tipo de alimentación. Se deben hacer diferencias en función de una serie de características, como tipo de acto deportivo, aeróbico o no, características del deportista, etc...

 MENOPAUSIA

Durante la menopausia, las mujeres sufren una serie de trastornos no únicamente físicos, también psicológicos, que hacen que experimenten cambios de humor e irritabilidad y que aumentan las probabilidades de desarrollar una depresión debido a los cambios hormonales ocurridos durante esta etapa.

IMG_1503Es normal que después de las fiestas nos cueste un poco de trabajo retomar los buenos hábitos alimentarios que manteníamos hasta entonces, debido a que durante este periodo de fiestas los alimentos consumidos son más atractivos a la vista, más sabrosos y suelen provocar un nivel placentero más alto que los alimentos que tomamos normalmente. Por ello, estos consejos nos pueden ayudar a retomar de manera más fácil nuestros hábitos saludables.

Comer sin hambre para saciar otros vacíos. dulces-ansiedad Cuántas veces nos encontramos a nosotros mismos frente al televisor, ordenador,etc. terminado esa última galleta del paquete y ¡HORROR!, nos preguntamos: pero,¿porque estoy comiendo si no tengo hambre?
 

Una de las sensaciones más desagradables cuando empezamos a cambiar los hábitos hacia una dieta equilibrada y saludable es la sensación de hambre . Muchos de los pacientes del Método novaLine nos comentáis que tenéis una sensación de hambre constante y que es uno de los obstáculos más difíciles de superar.

Lo primero es saber diferenciar entre hambre física y hambre emocional.

¿ CÓMO PODEMOS EVITAR LAS TENTACIONES Y ENGAÑAR AL HAMBRE?

Vamos a abordar el tema desde dos puntos de vista: el mental o psicológico y el práctico: ¿qué podemos picar ?

Mecanismos mentales: Relación mente-cuerpo.

Entre los recursos psicológicos que nos pueden ayudar a evitar tentaciones, se encuentran los siguientes:

  • Alejarnos físicamente de la situación de peligro, levantarnos de la mesa, salir a bailar, regalar nuestra ración... Eso sí, es importante que actuemos rápido, antes de que la tentación pueda con nosotros.

  • Racionalizar la situación, parar para analizar qué está ocurriendo y solucionarlo de forma “hipocalórica”: sirviéndonos agua, poniéndonos la ración en un plato pequeño: debemos volver a tomar el control de la situación.

  • Contar hasta diez antes de caer en la tentación; de esta forma podremos volver a controlar lo que comemos.

  • Interiorizar que un atracón no es un fracaso: hay que mantener la calma y volver siempre lo más rápido posible a nuestras pautas para perder peso. Ser flexible con nosotros mismos.

  • Pensar en refuerzos positivos: “ yo puedo con esto”, “ tengo que sortear al monstruo que llevo dentro”

  • Cuando tenemos una fiesta con comida apetecible, comer solo lo que realmente nos gusta mucho; si no es así mejor no lo probemos.

  • Interiorizar las situaciones que nos ponen en riesgo, saber cuáles son, ir aprendiendo con la experiencia.

  • Pedir ayuda a un experto, a los amigos, a la familia... si lo necesitamos.

  • Si al final hemos caído en una tentación muy sabrosa, no pasa nada, volver a nuestras pautas habituales lo más rápidamente posible.

Los cambios de hábitos no son fáciles de interiorizar en las primeras ocasiones. Es a base de repetir y repetir las cosas como se interiorizan. Por tanto, debemos insistir en las acciones bien hechas una y otra vez hasta que sean interiorizadas y reproducidas automáticamente.

¿QUÉ PODEMOS PICAR?

  • Agua: al llenar nuestro estómago con agua, ésta ocupa un gran volumen y nuestra mente no sabe si nuestro estómago está lleno de comida o de líquido, con lo que se mitiga la sensación de hambre.

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  • Alimentos que contienen fibra. Por ejemplo, el glucomanano tomado con dos vasos grandes de agua se hincha en el estómago y da sensación de plenitud. Esta agua, tomada caliente, en forma de infusiones, provoca aún mayor sensación de bienestar y menos apetito.

El ritmo de vida que llevamos es algo que nos influye mucho más de lo que pensamos.
El estrés suele desembocar en muchos casos en ansiedad, y una gran parte de las personas afectadas  lo que suelen hacer es ingerir más alimento. La explicación está en una parte del cerebro, se trata del hipotálamo, que es una glándula que se encarga de controlar las reservas de energía del organismo. En el momento que las reservas ven disminuida su capacidad el hipotálamo emite señales que se traducen en aumento de las ganas de comer. Lo mismo sucede a la inversa, y es que cuando el estómago está lleno envía señales al hipotálamo para decir que hay que parar de comer.
El estado emocional ,el estrés, el aburrimiento o la tristeza, condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida, condicionan lo que comemos. El estado de ánimo puede alterar nuestras elecciones alimentarias y viceversa: haber consumido (o dejado de consumir) determinados alimentos puede influir en el estado anímico. Distintos estudios apuntan que la tristeza, el aburrimiento o el estrés condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Unas veces, lo hacen de forma obvia y evidente; y otras, de manera sutil e inconsciente. Sin embargo, estas interacciones son tan complejas, que es difícil establecer con claridad cómo es el vínculo entre emoción e ingesta, qué es consecuencia y qué es causa.
La respiración es una función vital del organismo. Nos conecta con el medio ambiente para ejecutar el intercambio gaseoso que alimenta la vida, a saber, la absorción de oxígeno al inspirar y la expulsión de anhidrido carbónico al espirar. Respiramos constantemente, a razón de unas veinte veces por minuto, nos demos cuenta o no, despiertos o dormidos.