Una nueva investigación sugiere, que las mujeres que tienen un exceso de peso durante la menopausia, pueden tener el inconveniente de unos sudores y sofocos más intensos, que alteran algunas de sus actividades y perjudican su rendimiento en el trabajo. Los autores respaldan la "teoría termorreguladora",  la cual sugiere que la grasa corporal actúa como aislante y atrapa el calor dentro del cuerpo asociado con los sofocos y sudores nocturnos, además de que las mujeres obesas son más propensas a los dolores de las articulaciones, dolor muscular y problemas urinarios.