Cuando desaparece la menstruación, que es el primer signo visible de la menopausia, se presentan casi de inmediato algunas manifestaciones como los sofocos y las crisis de sudor, otras lo van haciendo de forma más insidiosa, como el cansancio, los trastornos de carácter y el aumento de peso; otras más traicioneras pasan totalmente inadvertidas y su evolución es lenta pero segura: se trata de la osteoporosis, la atrofia de los tejidos genitales y la alteración de los vasos. Malestares fisiológicos y psicológicos mencionados por las mujeres: aumento de peso (60%), sofocos (55%), cansancio (43%), nerviosismo (41%), sudoración exagerada (39%), dolores de cabeza (38%), insomnio (32%), depresión (30%), irritabilidad (29%), dolores articulares (25%), mareos (24%), palpitaciones (24%), lasitud (22%), hormigueo (22%), dolores musculares (21%), sensación de ahogo (18%), impaciencia (16%).
La obesidad causa una inflamación general, que a su vez está asociada a una mayor probabilidad de sufrir un síndrome metabólico. Esta inflamación se debe a una disfunción del endotelio, causado por leptinas, proteína C reactiva, interleuquinas y otras sustancias que aparecen en grandes cantidades cuando hay un exceso de grasa. El endotelio es un órgano que tiene una importante función en la regulación del tono vasomotor, en la proliferación y el crecimiento de las células de la pared vascular, en la adhesión de leucocitos a las células endoteliales, además de ejercer una barrera selectiva entre los compartimentos extra e intravascular. La presencia de factores de riesgo cardiovascular como la hipercolesterolemia, la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el envejecimiento, el tabaquismo, etc., altera estas funciones.
Las hormonas gobiernan el estado de ánimo, la longevidad, el deseo sexual y el sobrepeso.

La alteración de sus niveles normales es causa de más de un 80 % de malestares y trastornos que hasta no hace mucho tiempo eran considerados inexplicables, o atribuidos a “los nervios”.