Las leguminosas se clasifican en dos grupos en función de su contenido lipídico, diferenciándose así las leguminosas oleaginosas (soja y cacahuete) con unos niveles de grasa elevados: 20-50% y las leguminosas secas o leguminosas grano (judía, lenteja, garbanzo, haba, altramuz, guisante, etc.) con un contenido en grasa muy inferior: 1-7% (Torija y Diez, 1999). Son cultivos autóctonos adaptados a las condiciones ambientales y contribuyen ecológicamente como fertilizantes naturales del suelo, ya que sus raíces suelen formar simbiosis con la bacteria Rhizobium leguminosarum que tiene la propiedad de fijar el nitrógeno atmosférico en el suelo (Perez y Torralba, 1997).

Introducción

Desde hace algunos años estamos presenciando un aumento del interés en todos los temas relacionados con la alimentación, este interés se va incrementando a medida que va llegando al consumidor más información científica acerca de la estrecha relación entre dieta y salud. En la actualidad se considera que la alimentación no sólo tiene la función de nutrir, sino que también puede tener un papel importante a la hora de prevenir o curar enfermedades, sobre todo cuando estas son consecuencia de una alimentación insuficiente, excesiva o desequilibrada.

Para evitar el exceso de gases, es clave consumir fibra insoluble, mientras que los platos con legumbres, coles y puerros deben prepararse con la técnica más apropiada
Uno de los principales factores para evitar los molestos gases es seguir una dieta adecuada y preparar, con la técnica más apropiada, platos con legumbres, coles y puerros. Por su parte, la fibra insoluble causa una menor cantidad de gases.

Las personas que consumen más cantidades de vegetales de hoja verde, legumbres y frutos secos tienen menos infartos cerebrales.

Una revisión de los estudios realizados desde 1966 muestra de nuevo la relación entre el consumo de alimentos ricos en magnesio y una reducción del riesgo de sufrir ictus.