Los zumos deben tomarse siempre inmediatamente después de prepararlos ya que las vitaminas que contienen son muy sensibles a los agentes externos como la luz, la temperatura o el oxígeno, perdiéndose con más o menos rapidez al contactar con ellos. De ahí que no es aconsejable preparar mucha cantidad de zumo y guardarlo en el frigorífico, ya que se pierden gran parte de sus nutrientes.