El sistema inmunitario está compuesto por células, proteínas y órganos. Es el encargado de defendernos contra gérmenes y microorganismos todos los días. La mayoría de veces el sistema inmunitario realiza un gran trabajo, manteniéndonos sanos y previniendo posibles infecciones. Pero a veces surgen problemas en el sistema inmunológico que provocan enfermedades e infecciones.
La dieta vegetariana consiste en lleva una alimentación basada en el consumo de frutas, verduras y legumbres, y en la abstención del consumo de carne y pescado. En otras ocasiones, también se suprime el consumo de alimentos de origen animal, como leche, huevos o miel. Este tipo de alimentación presenta múltiples beneficios si se planifica correctamente y se lleva a cabo una correcta suplementación de ciertos micronutrientes como pueden ser la vitamina B12 y ácidos grasos omega-3. Pero al igual que en muchos otros aspectos relacionados con la nutrición, también cuenta con muchos falsos mitos que en el siguiente artículo intentaremos aclarar:
A menudo nos encontramos con mucho sedentarismo, quizás podríamos decir que, junto con el estrés, es la enfermedad de este siglo. En novaLine hacemos hincapié en la importancia de moverse y mantener un cuerpo fuerte y activo, y para mí el ejercicio de fuerza es esencial para ello. Conseguir una masa muscular fuerte nos proporciona un montón de beneficios:
Microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo. El conjunto de todos los genes bacterianos (microbioma) que están relacionados con el metabolismo de los estrógenos se denomina estroboloma.

Muchas veces nos preguntamos cuánta cantidad de comida debemos comer para tener una buena salud y controlar el peso. A veces no sabemos si estamos consumiendo demasiada cantidad de pasta o poca cantidad de verdura en una comida, pero hay una manera muy sencilla de organizar el plato para mantener una dieta equilibrada.

Recientes estudios avalan que 1 de cada 3 alimentos que consumimos nos hacen sentir culpables, ansiosos y tristes, dando lugar al llamado hambre emocional. Aunque sentir culpa o frustración después de comer es algo muy común, esto no quiere decir que sea algo normal y mucho menos saludable para nuestro bienestar emocional. El sentimiento de culpa puede dañar seriamente nuestra salud mental y emocional generando posibles desórdenes alimentarios.  ¿Cómo puedes hacer para reducir la culpa al comer, y por tanto, mejorar tu relación con la comida?
La vitamina D  es imprescindible para el buen desarrollo de nuestro organismo. Se almacena en el tejido graso y ayuda al cuerpo a asimilar el calcio, que es el mineral más importante para la formación de los huesos.
Definición del Coaching Nutricional: Es una herramienta para ayudar a los pacientes a ganar conocimientos, habilidades, herramientas y confianza, para volverse participantes activos en su cuidado, a fin de que puedan alcanzar sus metas de salud, identificadas por ellos mismos. A tomar conciencia, responsabilidad, compromiso, confianza, habilidades y determinación, para volverse participante activo del cuidado de su alimentación, con el fin de lograr un cambio real y permanente en sus hábitos alimentarios.
Cada vez más estudios están demostrando la relación directa que existe entre lo que comemos y nuestro bienestar emocional. Sin embargo, cuando tenemos elevados niveles de estrés y malestar emocional, es habitual ver que comemos en exceso, ingerimos alimentos más calóricos o menos saludables. Es lo que llamamos "comer emocional", y tiende a ocasionar sobrepeso y obesidad. También puede ocurrir el caso contrario. Otras personas, bajo esta misma presión, reducen la ingesta y puede provocar problemas de desnutrición. Se puede comer por ansiedad, por falta de motivación, baja autoestima, malestar sentimental, tristeza, aburrimiento o estrés. Cuando comemos por estas causas, lo que buscamos es una "recompensa", que a su vez puede verse como castigo y esto vicia más el círculo.

A nivel clínico, la menopausia se diagnostica cuando una mujer deja de presentar la menstruación debido a la pérdida de la actividad folicular de los ovarios, que típicamente ocurre entre los 45-55 años de edad.

Normalmente, tiene tres fases diferenciadas entre sí: