Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la palabra “vegetarianismo” nos encontramos con que la primera definición es: “Régimen alimenticio basado principalmente en el consumo de productos vegetales, pero que admite el uso de productos del animal vivo, como los huevos, la leche, etc.”
Sin embargo, debemos tener en cuenta que los patrones alimenticios vegetarianos varían considerablemente. Aquellos que han elegido este tipo de dieta por motivos de salud suelen tener más flexibilidad a la hora de tomar alimentos y productos de origen animal.
Por el contrario, las personas que han elegido ser vegetarianas por motivos éticos o ideológicos suelen tener inclinación a evitar completamente la carne y, en algunos casos, cualquier producto de origen animal.
Pero… ¿cómo es el cociente riesgo-beneficio para la salud en las dietas vegetarianas?
Una dieta adecuada, por definición, es aquella que previene las carencias nutricionales, proporcionando suficientes nutrientes y energía para el crecimiento humano y la reproducción. Además, una dieta óptima proporciona salud y longevidad.
Comparados con los alimentos de origen animal, los alimentos de origen vegetal tienen una concentración menor y una biodisponibilidad más baja de nutrientes esenciales y de energía. Esto puede representar una ventaja para la población de adultos sedentarios en la prevención de enfermedades crónicas. Sin embargo, en situaciones de alta demanda metabólica, como, por ejemplo, durante el embarazo, la lactancia o la etapa de crecimiento, las personas que siguen una dieta vegetariana tienen mayor riesgo de tener una ingesta marginal de ciertos nutrientes, o incluso de padecer carencias bioquímicas o clínicas, que las que siguen una dieta basada en el consumo de la carne.
23 febrero, 2016