19 Mar Alimentación en la lactancia
La alimentación durante la lactancia materna es muy importante, puesto que el bebé recibe todo el alimento a través de la leche de su madre. Pero no hay que comer más de lo habitual ni privarse de determinados alimentos. Se debe mantener una dieta sana y equilibrada, pero sin obsesionarse. Una de estas obsesiones suele tener que ver con el peso.
El periodo de lactancia materna exclusiva suele ayudar a esta pérdida de peso de la madre. El resto se irá perdiendo entre 6 meses y 1 año después del parto. Para ello suele bastar con volver al ritmo habitual antes del embarazo, llevando una alimentación equilibrada. Además, se puede hacer ejercicio de forma regular (especialmente si se hacía entes del embarazo), en cuanto el estado físico lo permita. Podemos empezar con paseos con la sillita de nuestro bebé e ir aumentando la intensidad.
La dieta equilibrada para una madre lactante debería ser parecida a la de las demás: frutas, verduras, carnes magras y pescado, legumbres… No abusar de azúcares, dulces, fritos, aperitivos salados, refrescos, grasas…
Al contrario de lo que solemos oír, no hay ningún alimento que ingiera la madre que produzca gases en el bebé. Los bebés pueden tener gases por diferentes motivos, pero el único que tiene que ver con la madre es que el bebé sea intolerante a las proteínas de la leche de vaca y la madre la tome. Ciertos alimentos pueden producir gases en el intestino durante la digestión de la madre, pero ese gas no puede pasar a la leche.
Es posible que haya alimentos que den o cambien el gusto de la leche materna, tales como espárragos, alcachofas, ajo, cebolla, especias… pero no deberían hacer que el bebé coma menos, no tiene por qué producir rechazo. Los bebés suelen tener más interés en saciar su hambre que en el sabor del producto, y no es malo que se acostumbren a diferentes sabores. No hay que guiarse por una lista de alimentos que den sabor diferente. Mejor observa a tu hijo. Si te parece que toma peor el pecho cuando tomas cierto alimento, evítalo durante unos días y vuelve a probarlo, para comprobar si ha sido coincidencia o no.
En cuanto a la ingesta de suplementos vitamínicos o minerales, no es preciso su uso. Una dieta variada y equilibrada tiene la cantidad necesaria de estos nutrientes, y si la dieta no es sana, no se resuelve con un suplemento vitamínico. Si se ha perdido mucha sangre durante el parto, es posible que aparezca anemia y sea necesario usar un suplemento de hierro, sino bastará con el hierro que contienen los alimentos.
Uno de los problemas más frecuentes que suelen aparecer tras el parto es el estreñimiento. Tras dejar un espacio desocupado en el abdomen, los intestinos tienden a moverse menos. Además, las molestias en el suelo pélvico, las hemorroides y los puntos tras una episiotomía, hacen que muchas madres teman ir al baño por el dolor. Lo que hace que el problema empeore. El sedentarismo habitual en los primeros días tras el parto, no favorece el tránsito intestinal, así que se recomienda iniciar los paseos cuanto antes. Lo que más nos puede ayudar a ir al baño, además del movimiento, es una alimentación variada y rica en fibra (cereales integrales, verduras, frutas, legumbres…). El kiwi es la fruta ideal para mejorar el tránsito, junto con higos o ciruelas pasas, zanahoria, calabaza… Lavar bien la fruta y tomarla con piel nos ayudará a conseguir una mayor ingesta de fibra. Además, los alimentos ricos en fibra también nos ayudan al control de peso, a reducir niveles de colesterol, glucosa y prevenir hipertensión. Y, por supuesto, es fundamental mantener una buena hidratación.