Educación nutricional, una necesidad

La configuración de unos buenos hábitos alimentarios desde la infancia sería la mejor forma de conseguir un adulto con los recursos necesarios que le permitan enfrentarse a determinadas patologías y sobre todo a contar con un buen punto de partida para defenderse de las agresiones del medio.

El problema es que educar en alimentación y nutrición a nuestros hijos va mucho más allá de inculcar sobre lo que se puede o no comer, las cantidades de alimentos que tenemos que comer según necesidades, el tipo de alimentos que van a favorecer el crecimiento y la protección de determinadas enfermedades, la necesidad de organizar la tomas del día de una forma razonable, organización de un desayuno adecuado que nos permita afrontar toda mañana etc…

El acto de la comida es complejo y refleja los gustos de las personas. Cada familia configura un patrón de alimentos  y los niños , independientemente de sus preferencias y aversiones tienden a imitar a sus padres y hermanos, siendo muy importante esta etapa de la vida para la formación de hábitos alimentarios . Todos los adultos tenemos numeros recuerdos gastronómicos positivos y negativos, relacionados con situaciones placenteras o penalizadoras, de ahí que dichos recuerdos influyan en la aceptación y eliminación de alimentos en la dieta.

A lo largo del tiempo se producen cambios en los hábitos de consumo, nuevas preferencia y aversiones etc… de tal forma que cuando la persona llega a la vejez se podría decir que su morbilidad y su estado de salud es el vivo reflejo de su historia dietética.

 

Isabel Antón
iantoncorvo@gmail.com