El envejecimiento es un proceso natural y progresivo que cada uno de nosotros experimenta con diferente intensidad. En esta etapa de la vida se producen alteraciones estructurales y funcionales en los diferentes tejidos del organismo. Estas alteraciones funcionales pueden llevarnos a un estado de desnutrición. Como ejemplos podemos hablar de la disminución de las papilas gustativas y la capacidad olfativa, así como la producción de saliva . El tránsito de los alimentos por el esófago también se hace más lento y hay una menor secreción de ácido en el estómago, lo cual afecta a la digestión de los alimentos que comemos. También es frecuente la intolerancia a la lactosa, lo que limita el consumo de algunos lácteos, y la alteración de la capacidad de masticación, con lo que disminuye el consumo de alimentos como la carne.

Todos tenemos claro que cuanto más nos cuidemos y avancemos con la edad de forma saludable, mejor estaremos física y mentalmente. Llevar una alimentación saludable y practicar ejercicio físico a lo largo de nuestra vida, hace que cuando lleguemos a una edad más avanzada, nuestro cuerpo sea capaz de trabajar y reaccionar en buenas condiciones, a los nuevos cambios que se producen en el organismo. Estos afectarán a nuestro metabolismo, al sistema circulatorio, sensorial, gastrointestinal, neurológico, inmunológico y también a nuestras necesidades energéticas.