IMG_1503Es normal que después de las fiestas nos cueste un poco de trabajo retomar los buenos hábitos alimentarios que manteníamos hasta entonces, debido a que durante este periodo de fiestas los alimentos consumidos son más atractivos a la vista, más sabrosos y suelen provocar un nivel placentero más alto que los alimentos que tomamos normalmente. Por ello, estos consejos nos pueden ayudar a retomar de manera más fácil nuestros hábitos saludables.

Comer sin hambre para saciar otros vacíos. dulces-ansiedad Cuántas veces nos encontramos a nosotros mismos frente al televisor, ordenador,etc. terminado esa última galleta del paquete y ¡HORROR!, nos preguntamos: pero,¿porque estoy comiendo si no tengo hambre?
 

Una de las sensaciones más desagradables cuando empezamos a cambiar los hábitos hacia una dieta equilibrada y saludable es la sensación de hambre . Muchos de los pacientes del Método novaLine nos comentáis que tenéis una sensación de hambre constante y que es uno de los obstáculos más difíciles de superar.

Lo primero es saber diferenciar entre hambre física y hambre emocional.

¿ CÓMO PODEMOS EVITAR LAS TENTACIONES Y ENGAÑAR AL HAMBRE?

Vamos a abordar el tema desde dos puntos de vista: el mental o psicológico y el práctico: ¿qué podemos picar ?

Mecanismos mentales: Relación mente-cuerpo.

Entre los recursos psicológicos que nos pueden ayudar a evitar tentaciones, se encuentran los siguientes:

  • Alejarnos físicamente de la situación de peligro, levantarnos de la mesa, salir a bailar, regalar nuestra ración... Eso sí, es importante que actuemos rápido, antes de que la tentación pueda con nosotros.

  • Racionalizar la situación, parar para analizar qué está ocurriendo y solucionarlo de forma “hipocalórica”: sirviéndonos agua, poniéndonos la ración en un plato pequeño: debemos volver a tomar el control de la situación.

  • Contar hasta diez antes de caer en la tentación; de esta forma podremos volver a controlar lo que comemos.

  • Interiorizar que un atracón no es un fracaso: hay que mantener la calma y volver siempre lo más rápido posible a nuestras pautas para perder peso. Ser flexible con nosotros mismos.

  • Pensar en refuerzos positivos: “ yo puedo con esto”, “ tengo que sortear al monstruo que llevo dentro”

  • Cuando tenemos una fiesta con comida apetecible, comer solo lo que realmente nos gusta mucho; si no es así mejor no lo probemos.

  • Interiorizar las situaciones que nos ponen en riesgo, saber cuáles son, ir aprendiendo con la experiencia.

  • Pedir ayuda a un experto, a los amigos, a la familia... si lo necesitamos.

  • Si al final hemos caído en una tentación muy sabrosa, no pasa nada, volver a nuestras pautas habituales lo más rápidamente posible.

Los cambios de hábitos no son fáciles de interiorizar en las primeras ocasiones. Es a base de repetir y repetir las cosas como se interiorizan. Por tanto, debemos insistir en las acciones bien hechas una y otra vez hasta que sean interiorizadas y reproducidas automáticamente.

¿QUÉ PODEMOS PICAR?

  • Agua: al llenar nuestro estómago con agua, ésta ocupa un gran volumen y nuestra mente no sabe si nuestro estómago está lleno de comida o de líquido, con lo que se mitiga la sensación de hambre.

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  • Alimentos que contienen fibra. Por ejemplo, el glucomanano tomado con dos vasos grandes de agua se hincha en el estómago y da sensación de plenitud. Esta agua, tomada caliente, en forma de infusiones, provoca aún mayor sensación de bienestar y menos apetito.

1. ¿El músculo se convierte en grasa si dejas de practicar ejercicio? Falso. Brian Udermann , actualmente investigador en el Departamento de Ciencias del Deporte de la Universidad de Wisconsin-La Crosse (EE UU), ha llegado a la conclusión de que una de las ideas equivocadas más...

El ritmo de vida que llevamos es algo que nos influye mucho más de lo que pensamos.
El estrés suele desembocar en muchos casos en ansiedad, y una gran parte de las personas afectadas  lo que suelen hacer es ingerir más alimento. La explicación está en una parte del cerebro, se trata del hipotálamo, que es una glándula que se encarga de controlar las reservas de energía del organismo. En el momento que las reservas ven disminuida su capacidad el hipotálamo emite señales que se traducen en aumento de las ganas de comer. Lo mismo sucede a la inversa, y es que cuando el estómago está lleno envía señales al hipotálamo para decir que hay que parar de comer.
Apetito, hambre, saciedad. Te suena? Probablemente experimentes a diario este tipo de sensaciones. Con toda la disponibilidad de alimentos, buenos y malos, que tenemos a día de hoy al alcance de nuestras manos lo realmente complicado es encontrar el equilibrio y dar con aquellos alimentos que no aporten demasiada energía, que sacien, y que además, nos gusten. En este artículo os damos alguna recomendación para controlar este aspecto tan importante a la hora de regular nuestro peso corporal. La saciedad juega un papel muy importante, ya que normalmente cometemos errores alimenticios cuando no estamos saciados, siendo más difícil incurrir en una mala alimentación si conseguimos saciarnos con cada comida.
La revista Muy Interesante (http://www.muyinteresante.es/ique-diferencia-hay-entre-comer-por-hambre-y-comer-qpor-placerq) nos explica la diferencia de comer por placer y comer por necesidad. Cuando comemos por placer aumenta la producción de la hormona Grelina, ésta provoca un aumento del apetito, convirtiéndose así en un círculo vicioso. Es decir que mientras más comemos por placer más apetito tendremos y en consecuencia mayor tendencia a la obesidad. Por eso es muy importante reconocer cuando comemos por placer y cuando por necesidad y controlarlo. Aquí os dejo más información:
Aquí os dejo un artículo muy muy interesante! El estado de ánimo influye en la forma de alimentarnos y, como prueba de ello, la comida    se convierte en el refugio más fácil y accesible. Alimentos con un elevado contenido en grasas, azúcar y sal suponen el mejor consuelo. Por ello, la nutrición emocional busca, a través de habilidades psicológicas, aprender a distinguir entre el hambre físico y el que está marcado por la ansiedad o la apatía.