30 May Hambre emocional: cuando el monstruo se apodera de ti…
Comer sin hambre para saciar otros vacíos.
Cuántas veces nos encontramos a nosotros mismos frente al televisor, ordenador,etc. terminado esa última galleta del paquete y ¡HORROR!, nos preguntamos: pero,¿porque estoy comiendo si no tengo hambre?
Las ganas incontrolables de galletas, chocolates, dulces, patatas fritas, helados, golosinas, frituras, pizzas, etc. no son el problema principal: son solo la punta del iceberg; lo importante es lo que esta “bajo el agua”.
Esta forma “compulsiva” de comer es llamada HAMBRE EMOCIONAL. Todos sabemos que las emociones juegan un papel muy importante en la forma en la que comemos.
Muchas personas, incluso de manera inconsciente, comen no solo cuando tienen hambre, sino para llenar vacíos emocionales, cuando se sienten aburridos, por estrés, cuando sus relaciones personales o su trabajo no son satisfactorios e, incluso, en situaciones positivas: para premiarse, para celebrar algo y así miles de razones cuyo origen es emocional o situacional, mas allá de la simple necesidad de estar nutrido. Lo más llamativo de esta forma de comer es que generalmente va acompañada de una sensación de ansiedad e incluso de culpa.
¿Y QUÉ PUEDO HACER?
En este sentido el COACHING NUTRICIONAL puede ayudar a que cada persona descubra cuáles son esas emociones/situaciones que generan los estados de ansiedad: ¿qué desata mi monstruo? Descubrir y solucionar estos conflictos internos nos ayuda a controlar el hambre emocional, pero además hay que encontrar fórmulas para detectar ciertas conductas desencadenantes y cambiarlas por otras más saludables o bien que nos permitan evadirnos de esa sensación de hambre descontrolada.
UN BUEN EJERCICIO:
Cada vez que detectamos esa ansiedad apuntar en un folio:
¿Qué emoción/situación la desencadena?
¿Qué estoy haciendo/sintiendo en este justo momento?
¿Qué alimento es el que me apetece y con qué nivel lo ansío (del 1 al 10)?
¿Que puedo hacer en este momento para evitar que esa emoción me haga perder el control?
Por ejemplo:
– Salir a dar un paseo.
– Darme un baño relajante.
– Leer un libro
– Llamar a algún amigo/a por teléfono
– Poner en práctica el último punto buscando la alternativa que sea para cada uno de nosotros la más adecuada en cada situación. No hay reglas fijas. Recuerda que tú eres el protagonista de tu propia vida.
El hambre emocional afecta en mayor o menor medida a muchas personas, aún más cuando se inicia un plan de alimentación, ejercicio físico o cualquier otra actividad saludable que requiere cierta disciplina. Buscar ayuda en un nutricionista o coach nutricional es la mejor opción cuando estas emociones nos desbordan o cuando solos no somos capaces de conseguirlo.