PESO CORPORAL Y MENOPAUSIA

A nivel clínico, la menopausia se diagnostica cuando una mujer deja de presentar la menstruación debido a la pérdida de la actividad folicular de los ovarios, que típicamente ocurre entre los 45-55 años de edad.

Normalmente, tiene tres fases diferenciadas entre sí:

– Premenopausia: Periodo anterior a la menopausia (se alarga el periodo entre menstruaciones, sequedad de la piel…). Suele durar unos 5 años.

– Menopausia: Comienza cuando se da la última menstruación y va de ahí en adelante. Es donde el cuerpo de la mujer experimenta la mayoría de los síntomas asociados a la misma.

– Postmenopausia: Comienza cuando se observan doce meses seguidos de amenorrea (ausencia de menstruación). La mayoría de los síntomas disminuyen en esta etapa.

¿Existe relación causal entre menopausia y aumento de peso?

Generalmente, la menopausia se asocia con un aumento de peso, pero ¿a qué se debe?

Numerosos estudios han demostrado que la transición de la menopausia se asocia con cambios desfavorables y alteraciones en la composición corporal, tales como el aumento de la grasa abdominal (dando lugar a obesidad y un incremento del perímetro de cintura), el síndrome metabólico y las dislipemias y, en consecuencia, se asocia con un aumento del RIESGO de padecer diferentes patologías como osteoporosis, hipertensión, diabetes tipo 2, diferentes eventos cardiovasculares, etc…

Estos cambios son debidos a la rápida disminución de la función ovárica y la consiguiente disminución de la producción de hormonas sexuales circulantes basadas en esteroides, como los estrógenos.

Centrándonos en el peso, esta disminución de los estrógenos circulantes en la mujer promueve que haya una mayor acumulación de la grasa abdominal.

Si bien sabemos que la obesidad se debe a múltiples factores tanto ambientales como genéticos, no podemos atribuir el aumento de peso exclusivamente al hecho de tener la menopausia, pero sí observamos que la mujer a partir de la menopausia presenta un continuo aumento de peso y redistribución de la grasa corporal sobre todo a nivel abdominal que, en muchos casos, acaba llevando a obesidad y, por ende, a todas las comorbilidades que se le asocian.

Por lo tanto, el control del peso presenta un papel muy importante en la salud durante y después de la menopausia, y se ha demostrado que la pérdida de peso a través de una correcta alimentación y actividad física (combinación entre ejercicios de fuerza y resistencia) reduce o mejora los “síntomas” asociados a dicha etapa de la vida, debido a un aumento o mantenimiento de la masa muscular, entre todos los beneficios de la actividad física.

Así pues, en este caso sería muy interesante llevar a cabo estrategias para prevenir un aumento de peso que pueda llevar a la obesidad, tal como acudir a una nutricionista para llevar una dieta equilibrada y adaptada a cada etapa y situación, ya que esto, en combinación con la actividad física, ha demostrado reducir no solo el peso, sino también los factores de riesgo de padecer diversas patologías asociadas a la menopausia.

¿Hemos hablado de obesidad, pero, qué pasa con las mujeres con bajo peso?

En el lado opuesto, nos encontramos con mujeres que se encuentran en un bajo peso (refiriéndonos a un IMC inferior a 18,5kg/m2).

En un gran estudio realizado con casi 80000 mujeres en 2017 publicado en la revista Human Reproduction, se concluyó que tener bajo peso incrementa entre un 30%50% el riesgo de experimentar menopausia temprana o precoz (cuando se da antes de los 45 años) en comparación con las mujeres cuyo IMC se encuentra en normopeso.

Así pues, en el caso de las mujeres con bajo peso interesaría llevar a cabo una estrategia nutricional para llegar al normopeso para, de esta manera, prevenir la menopausia precoz y, con ello, el mayor riesgo de enfermedades asociadas a esta etapa de la vida.

En este caso, sería muy interesante llevar una alimentación adecuada dirigida a la ganancia de peso, concretamente de masa muscular.

En conclusión, está demostrado que mantener un estilo de vida saludable, seguir una dieta sana y equilibrada ayuda a prevenir el sobrepeso. No olvidemos la importancia de la actividad física tanto de resistencia como ejercicios de fuerza para mantener o aumentar la masa muscular y la densidad ósea. Por último, evita los hábitos tóxicos como el tabaco o el alcohol que pueden agravar los síntomas asociados a esta etapa.

Sheila
s.gonzalez@novadiet.es